Fernando Adrián, histórica tarde en Cuenca: cuatro orejas, un rabo e indulto de “Batidero”

De 479 kilos el segundo de Sorando, Calé de nombre, primero del lote de Fernando, toro bajo y bien hecho, al que dejó verónicas de buen trazo en el saludo capotero. Ya en el caballo mostró la entrega que luego tuvo un toro con gran transmisión y que supo sujetar en la contraquerencia el madrileño. Brindó al tendido e inició su faena de rodillas por la espalda en los medios; aunque le costó repetir al de Sorando, le obligó Adrián con valor a hacerlo aún de hinojos. Y ya erguido, prosiguió en una faena de compromiso ante la chispa repetidora, especialmente por la diestra, por donde dejó momentos de toreo bueno con la mano baja. Tras tres series por ese pitón, a zurdas repetía menos el animal, por eso se montó entre los pitones el torero. Mucho compromiso en el cierre de obra, de nuevo de rodillas y metiéndose en la testuz. Tras una estocada arriba casi entera efectiva paseó las dos orejas.

El quinto, Batidero de nombre, colorado ojo de perdiz, de 541 kilos, número 5, se volvió con vida para Navalentisco, porque fue premiado con el indulto. Animal bravo, con codicia, de arrancada de lejos, tremendo en su embestida humilladora, al que cuajó Fernando Adrián desde el capote. Un toro para soñar, y lo hizo Fernando Adrián. Primero en el inicio de faena de rodillas y luego por naturales carísimos. Eterno el trazo por el izquierdo ante el ritmo, la humillación y la entrega del de Sorando, al que dejó una faena bellísima el torero. Fue a más la condición del toro, al que también cuajó por derechazos el madrileño e incluso se echó de rodillas en el ecuador de la obra. La plaza, un caldero. Muy importante el nivel de la faena y lo que se vivió en Cuenca. Las bernadinas finales y los ayudados hicieron que el palco tuviese que sacar el pañuelo naranja. Un clamor en la plaza. Larga vida a Batidero. Dos y rabo simbólicos para Adrián.