Tardes 2025

Fernando Adrián, ovacionado en otra tarde de entrega máxima en Madrid

imagen de fernando adrian toreando en madrid

Resumen de la tarde

Un dispar lote de El Parralejo –un primero muy parado y un quinto áspero- lidió Fernando Adrián en la segunda de sus citas esta Feria de San Isidro en Madrid, saliendo ovacionado del festejo este domingo.

Con un farol de rodillas recibió Fernando al segundo; toreo largo y bien concebido del madrileño, lanceando genuflexo de inicio. Sufrió, además, un momento de apuro al llevarlo al caballo, cuando le dejó el toro un pitonazo en la rodilla y cayó al suelo, afortunadamente sin consecuencias. Medido anduvo con él Alberto Sandoval. Fue estático el inicio, con un estatuario, una regiomontana, un desdén y uno de pecho, y ya desde allí consiguió que se fuera metiendo el tendido en la obra. Magnífica fue la lectura de Fernando de la condición del toro, porque tenía el secreto en enganchar en el momento preciso y no desfallecer en el ritmo. Sin embargo, eso hacía que se gastase un toro que tenía entrega, y cuando llegó el momento de la mano izquierda, ya no tenía fuelle. Por eso volvió a la diestra, donde seguía sin fuerza, pero tiraba de raza para repetir en las series, y aprovechaba Adrián para componerse, pasando siempre muy cerca la embestida del animal. En cuanto lo apretó de verdad, en una tanda con la mano derecha que llevaba marchamo de rotunda, el animal claudicó. Media estocada tendida bastó para que se fuera al suelo y ya no se levantó. Ovación.

Los ademanes bruscos y temperamentales del quinto no auguraron bondades en el animal. Toro de arranques y de arreones, así se fue a acometer al peto de Adrián Majada, en un tercio de varas que requirió de mucho oficio para completarlo. Y fue mejorando ligeramente la intención del animal, por lo que brindó al público, se echó de rodillas y se dedicó a pasarse el temperamento del toro por delante y por detrás con valor. Fue sacando el torero la raza que le faltaba a un animal muy irregular, muy complejo de predecir. Firme, valeroso y dispuesto, Fernando le plantó cara siempre, buscando la grieta que dejase el bicho para soplarle muletazos buenos, como los dos naturales con que le sorprendió. Formidable fue la estocada con que lo despenó Fernando, entrando con mucha decisión para que no hubiera nada que pudiera reprocharle nadie.

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